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lunes, 3 de agosto de 2015
Una historiadora destruye la leyenda sobre la muerte del hijo de Sisí
VIENA. EFE
Actualizado 19/10/2005 - 12:47:28
El hijo de Sisí y el emperador Francisco José, Rudolf, sobre quien actualmente se rueda una película con la participación de Omar Sharif, quiso suicidarse por sufrir una enfermedad incurable y carecer de perspectivas de futuro, afirma la historiadora austríaca Brigitte Hamann.
La experta desbarata definitivamente todas las teorías y especulaciones históricas, según las cuales la muerte de Rudolf y de su presunta amante Mary Vetsera, el 30 de enero de 1889, fue un doble asesinato.
Después de 30 años de estudios en un gran número de fuentes, como diarios y archivos, Hamann ha llegado a la conclusión de que hubo muchos intentos infructuosos de la Casa Imperial de ocultar lo ocurrido.
Una semana después de la tragedia muchas personas sabían ya, por los rumores que corrían por la capital, que Rudolf había matado a la joven Mary, de 17 años, y se había suicidado, por lo que se agolparon masas de curiosos delante del palacio de los Vetsera en Viena. Pero hasta 1918, con la caída del Imperio, estuvo terminantemente prohibido a la prensa escribir la verdad y la última emperatriz, Zita, que falleció en marzo de 1989 en el exilio suizo, no quiso aceptar hasta el fin de sus días los hechos históricos, sino que intentó convencer a los historiadores de que Rudolf había sido víctima de una conspiración de los francmasones.
Según declara la historiadora en la última edición del semanario "Profil" de Viena, abundaron los rumores macabros, propagados intencionadamente, de un asesinato por celos, de una castración y un pelotón de ejecución. De las últimas cartas de Rudolf, sus órdenes muy precisas y su grafía sin cambios ni alteraciones se desprende un pensamiento claro y lógico, sin muestras de la locura que se le atribuyó para poder ofrecer al suicida unos funerales católicos. El heredero de la monarquía austro-húngara sufría de una enfermedad venérea en progreso, por lo que su fin trágico prematuro pareció inevitable, aunque no se sabe cuál era su mal, puesto que entonces no se sabía distinguir entre sífilis y gonorrea. Pero consta que el príncipe padecía de ataques de fiebre alta, dolor fuerte en las articulaciones y que pasaba continuamente frío, por lo que vestía frecuentemente abrigos de piel. Su debilidad era tal que cuando tenía que pasar revista a las tropas no dominaba su caballo, que se desbocaba, lo que supuso una humillación ante los militares y le deprimió aún más.
Dado que las enfermedades venéreas eran muy frecuentes en el Ejército, las perspectivas de una descomposición física progresiva y de trastorno mental eran consabidas. Además Rudolf tenía fases depresivas que alternaban con otras de entrega desenfrenada a diversos placeres, además de estar aislado en el seno de su familia y la vida política. Era consciente de que nunca llegaría a reinar y se comprometió en campañas contra el régimen absoluto de su padre, Francisco José, a lo que se añadió el temor a una guerra y el fin de la monarquía.
Los escritos suyos descubiertos en los últimos años confirman que Rudolf era un visionario liberal que podía haber cambiado el destino de Europa Central y estaba decidido a realizar reformas. En un folleto descubierto por Hamann, criticó bajo seudónimo la política de alianzas de su época y tramaba planes junto con Francia e Inglaterra para construir una Europa liberal, desbaratados por la muerte del emperador alemán Federico III, cuyo sucesor Guillermo llegó a ser un "enemigo íntimo" de Rudolf.
Desde su infancia, el heredero de la corona austro-húngara fue un personaje inteligente y sensible, pero tenía fama de ser débil. Con la intención de hacer de él un militar y sucesor fuerte, el emperador le entregó a un tutor sádico, que cuando tenía cinco o seis años le despertaba de noche con disparos de pistola y le sometía a curas de agua fría. El príncipe quiso suicidarse junto con la mujer a la que amaba, la cortesana Mizzi Caspar, pero ella se negó a poner fin a su vida e intentó salvar a Rudolf denunciando sus planes ante el presidente de la Policía, información que fue ocultada por el ministro del Interior, Eduard conde de Taaffe. Rudolf encontró sustituta en la joven Mary, que estaba loca por él y dispuesta a todo, aunque Hamann cree haber descubierto que el príncipe no tenía relación sentimental con ella, lo que desmiente la versión romántica de un suicidio y asesinato por un amor frustrado.
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